El arcipreste de Hita y el Libro del buen amor (Siglo XIV)

Juan Ruiz de Cisneros (1295?-1353?), autor del Libro de Buen Amor, pudo nacer en Alcalá la Real (Jaén), hijo de cristianos, retenidos durante años entre los árabes.; ocupó diversos cargos eclesiásticos en Sigüenza, Medina del Campo, Valladolod y Toledo; Y en Hita (Guadalajara) fue Arcipreste. Su vida transcurrió esencialmente entre los reinados de Fernando VI (1292-1312), y Alfonso XI (1312-1350) de Castilla, y conoció los azares de una época turbulenta: levantamientos y luchas entre la nobleza y los reyes, corrupción y cisma en la iglesia católica, etc.

El Libro de Buen Amor es esencialmente una autobiografía novelesca en verso (más de siete mil versos), cuyo protagonista mantiene aventuras con quince damas distintas. De este hilo conductor surgen otros elementos: treinta y dos fábulas o cuentos de los que se dedica una lección moral; relatos con personajes simbólicos-don Amor, doña Cuaresma-; poemas dedicados a la virgen; trovas para ser cantadas por escolares pedigüeños, etc.

El siglo XIV supone un momento de crisis y de quiebra del sistema feudal en toda Europa. La literatura del momento se contagia de ese ambiente de crisis y decadencia, y produce obras de escaso valor. El Arcipreste nos ofrece en El Libro de Buen Amor la particular visión de un clérigo ante un mundo que se desmorona por la llegada de los nuevos valores. El libro se convierten así en una auténtica sátira de la sociedad, encubierta bajo la apariencia de un tratado amoroso.

Desde el punto de vista literario, cuando Juan Ruiz escribe su obra conviven dos tendencias diferentes, el mester de clerecía y el mester de juglaría. Aunque el libro pertenece al mester de clerecía, toma, como ocurre con Berceo, elementos de cada una de ellas. Como los juglares, se dirige constantemente a los oyentes, pero se sirve preferentemente de la cuaderna vía a la hora de escribir, aunque también se sirve de otros tipos de versos de arte menor.

Esta obra ha dado lugar a interpretaciones muy diversas, derivadas de la propia ambigüedad que plantea el mismo autor ya desde el prólogo: «Y Dios sabe que mi intención no fue hacer por dar ocasión de pecar ni por mal hablar; sino que fue por traer a toda persona a memoria buena de bien obrar, y dar ejemplo de buenas costumbres, y consejos de salvación, y para que todos sean apercibidos y se puedan mejor guardar de tantas maestrías como algunos usan para el loco amor [el amor mundano].» Es decir, Juan Ruiz manifiesta una clara actitud didáctica al pretender mostrar los peligros del «loco amor» y la necesidad de alejarse de él y de volver al «buen amor». En cambio, en el mismo prólogo, el autor explica que su obra también puede servir de guía de actuación para los enamorados, aunque desaconseje esta utilización: «Sin embargo, como es humana cosa el pecar, si algunos -lo que no les aconsejo- quisieran usar del loco amor, aquí hallarán algunas maneras para ello.«

El Arcipreste no sigue ningún escrito base, como es el caso de Berceo, pero, eso sí, se inspira en diversas fuentes de la tradición europea y árabe.

Para muchos estudiosos, el Libro de Buen Amor es un reflejo del choque que se vive en el siglo XIV entre los viejos valores y las nuevas ideas que nacen en el seno de la burguesía emergente. En este sentido, la lucha entre el loco amor y el buen amor puede ser interpretada como el enfrentamiento entre las ideas religiosas típicamente medievales y las nuevas costumbres burguesas, más apegadas a los placeres terrenales.

CONDICIONES QUE HA DE TENER UNA MUJER PARA SER BELLA (Coplas 429-435)

Busca mujer hermosa,    atractiva y lozana,
que no sea muy alta    pero tampoco enana;
si pudieras,  no quieras    amar mujer villana,
pues de amor nada sabe,    palurda y chabacana.
Busca mujer de talla,    de cabeza pequeña,
 cabellos amarillos    no sean de alheña;
 las cejas apartadas,    largas, altas, en peña;
ancheta de caderas,    ésta es talla de dueña.
Ojos grandes, hermosos,    pintados, relucientes
 y con luengas pestañas,    bien claras y rientes;
las orejas pequeñas,    delgadas; para mientes
si tiene el cuello alto,    así gusta a las gentes.
La nariz afilada,    los dientes menudillos,
 iguales y muy blancos,    un poco apartadillos,
 las encías bermejas,    los dientes agudillos,
los labios de su boca    bermejos, angostillos.
 La su boca pequeña,    así, de buena guisa
su cara sea blanca,    sin pelos, clara y lisa,
trata de haber mujer   que la vea sin camisa

que la talla del cuerpo    te dirá: ¡esto aguisa!

  1. Texto y contexto

Hemos de tener en cuenta que quien habla en el fragmento es la figura alegórica de don Amor, con quien el Arcipreste mantiene una disputa.  A este van dirigidas las palabras de aquel.

Señalemos que determinados rasgos femeninos que aparecen en el texto -dientes apartados, labios angostos, encías rojas- han sido relacionados por algunos estudiosos con un modelo de mujer árabe, apartado y diferente d ela tradición poética europea.

2. Tema

Consejos sobre cómo ha de ser físicamente la mujer elegida.

3. Resumen del contenido

En este fragmento del Libro de Buen Amor, el Amor aconseja al Arcipreste sobre la mujer que debe elegir. Para ello, somete a caracterización las partes del cuerpo de la figura femenina.

4. Estructura

La estructura interna del fragmento se corresponde con dos partes esenciales: la primera comprende los primeros dieciocho versos: es descriptiva -cabeza, cabello, cejas, ojos, pestañas, oreas, cuello, nariz, dientes, encías, labios, boca, piel-; en la segunda -los dos últimos versos- consiste en el consejo por parte de don Amor de la necesidad de una mensajera que vea de cerca a la elegida y dé su aprobación sobre la elección.

La estructura externa del fragmento está configurada a partir de versos isosilábicos -igual número de sílabas-; todos son alejandrinos -catorce sílabas- y posee una cesura interna que lo divide en dos hemistiquios (7+7). La rima es consonante y su articulación coincide con la cuaderna vía (AAAA, BBBB, CCCC, DDDD, EEEE).

5. Técnica y estilo

El texto está concebido como formulación del consejo que don Amor da al Arcipreste sobre las características que deber reunir la mujer ideal, de ahí que presente el verbo principal «busca» (línea 1)  acompañado de una larga enumeración descriptiva de rasgos físicos.  Este verbo, unido a «conviene» (línea 19), en modo imperativo, complen una función apelativa (llamada de atención al receptor a fin de hacerle actuar en una forma determinada).

El fragmento está regido por un principio de organización descriptiva que va desde la parte superior a la inferior del cuerpo femenino.

La metáfora «en peña» (verso 7) se suma a la minuciosidad y concreción de los adjetivos descriptivos utilizados -apartados, luengas, altas- que tanto proliferan en todo el texto.

Es destacable en la cuarta estrofa el uso de los adjetivos diminutivos, por un lado, favorecedores d ela rima y, por otro, portadores de la idea de cariño o afecto, antes de indicar una simple disminución de tamaño.

Don Amor no quiere que el Arcipreste se deje llevar por las apariencias, por eso no quiere que la mujer se tiña de alheña (verso 6), así pretende evitar la apariencia y que la mujer se muestre lo más auténtica posible.

Señalemos, en fin, cómo en todo el texto se reiteran las construcciones asindéticas: luengas, altas, en peña (verso 7) da paso sin conjunción a ancheta de caderas (verso 8). Esta ausencia de nexos refleja una prosa viva, rápida, sin necesidad de detención.

6. Conclusión

Este fragmento del Libro de Buen Amor refleja el arte de Juan Ruiz -gusto por la enumeración, amplio manejo de adjetivos, expresividad de los diminutivos…- a la vez que nos ofrece de forma indirecta la afición amatoria que preside su obra.


1. Resume el argumento.

2. Elabora una lista con los sustantivos y la adjetivación utilizada para su descripción.

2. Indica en qué tipo de estrofa está escrito el poema, qué verso y rima emplea su autor.

3. Según lo leído en estos dos fragmentos, ¿cómo es el tópico de belleza que se destaca?

4. En el libro del buen amor encontramos el antecedente literario de la Celestina, personaje central de la obra de Fernando de Rojas. Busca información sobre Trotaconventos y elabora una comparativa entre ambos personajes.

NECESIDAD DE UNA VIEJA MENSAJERA Y CONDICIONES QUE ESTA HA DE TENER (Coplas 436-449)

Si le envías recados, sea tu embajadora
una parienta tuya; no sea servidora
de tu dama y así  no te será traidora:
todo aquel que mal casa, después su mal deplora.

Procura cuanto puedas que la tu mensajera
sea razonadora sutil y lisonjera,
sepa mentir con gracia y seguir la carrera
pues más hierve la olla  bajo la tapadera.

Si parienta no tienes, toma una de las viejas
que andan por las iglesias y saben de callejas;
con gran rosario al cuello saben muchas consejas,
con llanto de Moisés encantan las orejas.

Estas pavas ladinas son de gran eficacia,
plazas y callejuelas recorren con audacia,
a Dios alzan rosarios, gimiendo su desgracia;
¡ay! ¡las pícaras tratan el mal con perspicacia!

Toma vieja que tenga oficio de herbolera
que va de casa en casa sirviendo de partera
con polvos, con afeites y con su alcoholera
mal de ojo hará a la moza, causará su ceguera.

Procura mensajera de esas negras pacatas
que tratan mucho a frailes, a monjas y beatas,
son grandes andariegas, merecen sus zapatas:
esas trotaconventos hacen muchas contratas.

Donde están tales viejas todo se ha de alegrar,
pocas mujeres pueden a su mano escapar;
para que no te mientan las debes halagar
pues tal encanto usan que  saben engañar.

De todas esas viejas escoge la mejor,
dile que no te mienta, trátala con amor,
que hasta la mala bestia vende el buen corredor
y mucha mala ropa cubre el buen cobertor.

Si dice que tu dama no tiene miembros grandes,
ni los brazos delgados, luego tú le demandes
si tienes pechos chicos; si dice sí, demandes
por su figura toda, y así seguro andes.

Si tiene los sobacos un poquillo mojados
y tiene chicas piernas y largos los costados,
ancheta de caderas, pies chicos, arqueados,
¡tal mujer no se encuentra en todos los mercados!

En la cama muy loca, en la casa muy cuerda;
no olvides tal mujer, su ventajas acuerda.
Esto que te aconsejo con Ovidio concuerda,
y para ello hace falta mensajera no lerda.

Hay tres cosas que tengo miedo de descubrir,
son faltas muy ocultas, de indiscreto decir:
de ellas, muy pocas mujeres pueden con bien salir,
cuando yo las mencione se echarán a reír.

Guárdate bien que no sea vellosa ni barbuda
¡el demonio se lleve a la pecosa velluda!
Si tiene mano chica, delgada o voz aguda,
a tal mujer el hombre de buen seso la muda.

Le harás una pregunta como última cuestión:
si tiene el genio alegre y ardiente el corazón;
si no duda, si pide de todo la razón
si al hombre dice sí, merece tu pasión.

RETRATO DEL ARCIPRESTE (Coplas 1485-1488)

Dueña –dijo la vieja- yo lo veo a menudo:
es muy ancho de cuerpo, piernas fuertes, membrudo,
cabeza no pequeña, velloso, pescozudo,
el cuello no muy largo, pelinegro, orejudo:

las cejas separadas, negras como el carbón,
es erguido su andar, tiene aires de pavón;
muy firmes son sus pasos, y en buena dirección.
Tiene nariz muy larga, le falta proporción.

Las encías rojas y la voz grave,
la boca no pequeña, labios regulares,
más gruesos que delgados, rojos como el coral;
las espaldas muy anchas, las muñecas igual.

Sus ojos son pequeños, tirando a morenazo;
pectorales muy fuertes, muy fornido su brazo,
las piernas son perfectas; el pie, chico pedazo.
Señora, no vi más; su amor va en este abrazo.

 

Deja un comentario